Estaba en el segundo
piso y empecé a golpear puerta por puerta para ver si alguna estaba abierta o
comprobar si había alguien. Pero nada. Seguí subiendo las escaleras hacia el
tercer piso cuando escuché que una puerta se abría en el segundo. Me quedé
totalmente quieta escuchando con total atención. Por lo que sabía, los muertos
no tenían pinta de saber abrir puertas―por el momento― así que, o la puerta se
abrió sola o había alguien en uno de los pisos. No tuve el valor para decir
nada, así que seguí escuchando y sentí como unos pasos se acercaron. Cogí el palo de golf
con firmeza y esperé. Pero no se escuchó nada más. Bajé despacio las escaleras hasta llegar
al pasillo y caminé sin hacer ruido, mirando a todos lados.
―Te prometo que soy
inofensivo― dijo una voz detrás de mí. Rápidamente me di la vuelta y con el
palo aún en alto observé a aquel chico. Tendría unos veintiséis o veintisiete
años, el pelo rubio alborotado y una sonrisa que consiguió tranquilizarme. Pero aun
así no solté el palo.―Te vi antes por la
ventana… Podría haberle dispara… Hubiese atraído a todos los demás, pensé que
sería mejor…―dijo atropelladamente intentando explicarse.
―Muchas gracias―le
corté indignada―Ese, ese… ¡podría estar muerta!―dije aún con el palo en alto y me
dispuse a bajar las escaleras.
― ¡Espera! No
deberías salir ahora, está anocheciendo, yo puedo…― dijo agarrándome un brazo.
Me giré rápidamente apuntándole con el palo.
― ¿Tú?, ¿qué?,
¿protegerme?
― Escúchame un
momento. Lo siento, siento no haber salido a ayudarte, pero no te iba a dejar
morir, créeme, simplemente no quería llamar la atención de las demás criaturas―. Tenía gesto triste, parecía
sincero, pero no entendía por qué no había salido antes. ―Si no quisiese
ayudarte, no hubiese abierto la puerta, podía haber fingido que no había nadie,
pero…
―Vale, vale― dije
bajado el palo de golf lentamente― Lo entiendo― La verdad es que sobrevivir
sola iba a ser complicado y él tenía un lugar seguro donde pasar la noche.
Alargué la mano y él me la estrechó.
Al entrar cerró la
puerta a cal y canto, tenía un montón de cerrojos y candados. La puerta estaba
reforzada con una placa de hierro, parecía que sabía lo que hacía, pero no
podía haber preparado todo esto tan rápido… La casa tenía un aspecto normal,
sin contar la cantidad de víveres y botellas que se almacenaban en la cocina.
En el salón había dos sofás cubiertos por telas árabes, un par de cuadros de
arte egipcia y africana cubrían las paredes y una gran ventana que daba a Gran
Vía iluminaba la habitación dándole un aspecto acogedor. Una barra separaba el
salón de la zona de la cocina.
―Supongo que tendrás
hambre, hay una olla con espaguetis… ¡increíbles!, los he hecho al mediodía.
Puedes calentarlos si quieres… el baño está en el pasillo a la derecha por si
te quieres duchar, hay toallas y te puedo dejar ropa limpia si quieres.
―Em, muchas gracias.
La verdad es que me muero de hambre, pero… ni siquiera me has dicho tu nombre.
Yo soy Nadia.
―Denis. Y tú, ¿de
dónde vienes?
Le conté mi historia
desde el centro comercial, hasta las horribles imágenes que vi en la Plaza de
España, terminando por el zombi que me había seguido hasta allí. Él no habló
mucho de su historia, simplemente dijo que había perdido a alguien y que desde
entonces había decidido hacer de su casa su refugio. Salía a por víveres de vez
en cuando y se cargaba a todos los que podía por el camino. Mientras degustaba
aquellos espaguetis que me parecieron el manjar más exquisito, seguimos
hablando. Comentamos la situación y, según lo que me decía, la televisión hacía
días que no emitía nada por lo que no se sabía realmente lo que estaba pasando.
― ¡¿Días?!―dije
sorprendida.
―Sí, hará unos tres
días que…
― ¿Tres? No me lo
puedo creer… he pasado tres días enteros inconsciente en un ascensor… con razón
mi… ¡Mi hermano! ¡Tengo que encontrarlo!― dije levantándome de un salto.
―Nadia, Nadia,
tranquila… mañana buscaremos a tu hermano, se está haciendo de noche, no
deberíamos salir ahora.
― ¡Pero, no puedo
dejarlo…!
―No lo dejaremos,
mañana lo buscamos, te lo prometo. Podrá arreglárselas… se las ha arreglado
durante tres días mientras tú… dormías― dijo con tono burlón para quitarle peso
al asunto. Sonreí, dando gracias por haberlo encontrado en mi camino.
Me di un baño
caliente que me hizo desconectar de la realidad. Con el estómago lleno y recién
duchada todo se veía desde otra perspectiva, me veía capaz de encontrar a mi
hermano y de poner un poco de orden en medio de todo este caos. Y el hecho de
que un chico encantador me estuviese colocando en la mesa una taza caliente con unas
galletas, me hacía salir por unos instantes de aquella jodida
pesadilla. Me escuchó llegar y miró hacia mí.
―Te he preparado una
infusión, quizá te apetezca, para dormir mejor…
―Mucha gracias…
gracias por todo.
―Que va mujer, en todo
caso gracias a ti… estos días sólo han sido... contigo aquí todo será más
fácil― dijo con una sonrisa triste― todo va a salir bien―.Ojalá tuviese razón.
Pero no quería pensar en ello ahora, necesitaba relajarme y descansar.
―Mmm, si no te
importa creo que voy a optar por esta infusión― dije cogiendo un pack de latas
de cerveza.
― ¡Me gusta tu
estilo!
Hablamos durante horas
animados por el alcohol. Denis me habló de sus viajes, era dibujante y su
inseparable libreta ilustraba todos esos lugares donde había estado, sus
experiencias, sensaciones... Los cuadros del salón eran suyos. Me parecía
conocerlo de toda la vida.
Un roce en la mejilla
me despertó.
―Descansa bonita―
susurró desde la puerta. No sé cuánto tiempo llevaba dormida, pero Denis me
había traído desde el salón y me había metido en una cama. Su beso de buenas
noches me había despertado.
―No, no… ven, no te
vayas ― afuera se escuchaban horribles rugidos y de vez en cuando un grito
desgarrador―No me dejes sola.
―Eso ni lo dudes
pequeña, somos un equipo ahora ― se sentó en la cama y se recostó a mi lado. Sentir
calor humano cerca de mí conseguía calmarme.
Genial, como siempre, deseando la siguiente entrega :D
ResponderEliminar:) graciaas!
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