Entre
sueños escuchaba voces. Tenía la sensación de que me estaba moviendo y en la
conversación que ocurría a mi alrededor podía distinguir alguna voz conocida.
Pero mis ojos no querían abrirse y mi mente aún estaba espesa, así que en los
momentos de tregua con la oscuridad intentaba escuchar, entender, intentaba
articular alguna palabra para que las personas que me rodeaban supieran que
estaba despierta; pero esos momentos duraban poco.
La
siguiente ocasión en la que empecé a escuchar, una claridad muy débil penetró
en mis ojos. Seguía en el túnel. Entreabrí los párpados y fui consciente de que
me encontraba en posición horizontal; al parecer me estaban moviendo en una de
las camillas. Las personas que me acompañaban seguían hablando.
−Supongo
que un par de semanas… ¿Tú?− dijo una de las voces, que sonaba algo ronca.
−Algo
menos de un mes. Aunque, sólo fue una dosis… no sé. Oye, tienes que tener
cuidado, no se te ve muy…
− ¡Tú
sí que deberías tener cuidado con lo que haces! Así que cállate. ¿No ves lo que
has conseguido? ¿Qué coño pensabas al traerla aquí? Ya estaría a salvo… ¡joder!
Ya habría llegado.
− ¿Crees
que iba a dejarla sola, después de saber cómo están las cosas? ¿Y si no
conseguía llegar? Nunca me lo perdonarías… ni siquiera me has agradecido que…
−
¿Agradecerte el qué?−le cortó de manera amenazante con una voz que tenía algo
más que humano− ¿Este desastre?
Intenté
girarme hacia la izquierda, de donde venía la otra voz, para verle la cara. La
voz de Denis venía justo de encima de mí, era él quien manejaba la camilla.
−Cálmate,
¿vale?−dijo Denis, al mismo tiempo que detenía la camilla− ¿Cuántas dosis te
has metido? Joder Gabi, no te quedan dos semanas tío… va a ser mejor que
vuelvas…
Se me
heló la sangre… Todo este tiempo en mi subconsciente había sabido que las dos
voces que me acompañaban eran conocidas.
− ¡No
voy a ninguna parte! Voy a llevarla a Toralla y a asegurarme de que se salva,
no como nosotr…− en ese momento saqué las fuerzas suficientes para alargar el
brazo y tocar a mi hermano. Pero cuando miró hacia mí, los primeros segundos en
que nuestras miradas se cruzaron, me fue difícil reconocerlo. En ese par de
segundos pude percibir el azul en sus ojos, pude notar que apenas tenía color
en las mejillas y pude apreciar como una sangre extremadamente negra le brotaba
de una herida de bala en el hombro derecho. Sin embargo, la sonrisa que se
dibujó en su cara tras esos dos segundos, borró esa tétrica máscara que, con
todas mis fuerzas, deseaba que fuese un producto de mi imaginación.
−¡¡Pequeña!!−
incluso su voz había cambiado ese matiz ronco que tenía antes y se volvió mucho
más dulce. Se abalanzó sobre mí y me abrazó con fuerza. Todavía sin ser capaz
de creérmelo, lo abracé también y, sin poder evitarlo, respiré profundamente,
pero pronto me arrepentí. Percibí algo horrible en su olor; como cuando una
fruta lleva muchos días madura y está empezando a pudrirse.
−Gabi…−las
palabras no me salían. Tenía un nudo en la garganta, que no me dejaba hablar.
Pero la rabia me ayudó y conseguí darle un empujón.−¿Qué coño… qué coño has
hecho? ¡Joder! ¿Pero qué mierda está pasando Gabi?−me levanté de la camilla y
me puse frente a los dos.
−Tranquila
Nadia, todo va a salir bien, solo tenemos…−intervino Denis.
−
¡¿Qué?! ¿Pero, estás de broma? ¡¿Qué está pasando?! No, no, no… dime que estoy
soñando… Esto… esto no puede ser. Pero, ¡sois gilipollas! ¿De qué os conocéis,
Gabi?
−Pues,
de hace bastantes años, pero nos hicimos socios cuando empezamos con esto y…−respondió
Gabi.
− ¿Esto? ¿Qué es esto? Oh, Dios… Gabi, ¿qué has hecho?, tú sólo pasabas yerba… eran
unas pelas, tú sólo… tú… mierda... ¿estás… te estás convirtiendo? Dios, no…−la
cabeza me estaba empezando a dar vueltas otra vez, así que me volví a sentar en la
camilla y apoyé la cara en las manos.
Uno de
los dos se acercó a mí con cautela; pero yo ya no tenía fuerzas, así que dejé
que se acercase. Se sentó a mi lado, me rodeó con un brazo y me besó en el
pelo; se quedó ahí durante un rato apoyado sobre mi cabeza. Supe que era Denis
porque no desprendía ese olor a descomposición. Alcé la cabeza y justo enfrente
estaba Gabi, apoyado contra la pared con la cabeza baja. Me miró y se acercó a
mí. Se agachó y me agarró las manos; tenía los ojos vidriosos. Aquellos ojos
azulados, que siempre habían sido marrones, estaban llenos de lágrimas.
−Nadia,
lo siento mucho…esto es una locura, esto… nada de esto tendría que haber pasado…
−Pero,
¿qué habéis hecho?...
−Nosotros
no sabíamos esto. No sabíamos que era esto
lo que estábamos comprando. Se suponía que era una nueva droga de diseño, que
sus efectos eran muy potentes…−dijo Gabi.
− ¡¿Potentes?!
Joder… ¿por qué os habéis metido esto?
−Escúchame,
ya sé que tienes miedo… Yo tengo miedo, Nadia… y no sé cuánto tiempo podré
ayudarte. Yo sólo quiero… sólo quiero ponerte a salvo y que no estés cerca de
mí cuando esto acabe. De hecho, deberías estar en Toralla, si no fuera
por…−dijo Gabi
−
¡Ella tenía derecho a verte, Gabi! No iba a dejar que llegase a Toralla y se
encontrase con la realidad de que tú no ibas a estar allí. Tiene derecho a
saber. Y tiene derecho a despedirse si quiere…−le cortó Denis.
−Pero,
¿ves lo que ha pasado trayéndola aquí abajo? Aquí no está segura, podría
haberle pasado algo− en ese momento recordé los disparos y me sentí muy
culpable. Me sentí miserable.
−Estos
días la he protegido y cuando tú la enviaste a Toralla, sola, yo la seguí para
asegurame de que estaba bie…
−Basta
chicos… por favor. ¿Alguien me puede decir a cuántas personas he asesinado?
Los dos
se quedaron callados, mirándome fijamente.
−Ha
sido un accidente, esas personas no iban a sobrevivir… las que murieron ya
estaban en un estado avanzado de infección…−dijo Denis.
−No me
lo perdonaré en mi vida…−me acerqué a mi hermano− ¿y este disparo, te lo he
hecho yo?− pregunté a Gabi.
Él bajó
la cabeza, pero me bastó como contestación.
−Tenemos
que curarte eso, tenemos que…−dije apresuradamente.
−Tenemos
que llegar a Toralla, vamos…− añadió simplemente.
Tras
unos minutos sin mediar palabra, los tres nos pusimos a andar, aunque aún
quedaban muchas preguntas que hacer y muchas respuestas que escuchar. No iba a
ser tan fácil llevarme a Toralla sin más.
Joer, fue un escalofrío continuo... genial.
ResponderEliminarGracias por leer y por apoyarme con esto ;)
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